Cata con Santi Rivas de colectivo Decantado

Cata con Santi Rivas de colectivo Decantado

La cata con Santi Rivas de colectivo Decantado fue el acto más destacado a nivel de éxito de público de la segunda jornada de la Barcelona Wine Week. La cola para acceder era de las que te hacen preguntar qué ofrecen allí. Pues trece vinos, ni más ni menos, en un acto donde el nuevo enfant terrible del vino español (o de la comunicación vinícola en España, para ser más exactos) se lo pasó en grande con su estilo fresco, desenfadado (a veces, casi excesivo), gamberro sin duda alguna con el que a su vez hizo que el público presente se lo pasara aún mejor.

El rotundo éxito del libro “Déjalo todo o deja el vino”, la catapulta al éxito mediático de Rivas, es solo la culminación de una carrera que le ha llevado a ser campeón de España de cata a ciegas, cosa que no es moco de pavo. El tipo es especial, sin duda, y su estilo se le puede atragantar a más de uno (yo, en ciertos momentos, le tiraría un vaso de agua bien fría, lo reconozco), pero sabe, y mucho, de lo que habla. Otra cosa es la manera en que lo hace, pero a juzgar por las continuadas risas del personal presente en la cata la apuesta le está saliendo muy muy bien. El libro va por la cuarta edición, creo, y creo que a partir de ahora sus catas van a convertirse en verdaderos acontecimientos sociales. Y sí, se va a hablar (y beber, por supuesto) de vino en ellas, claro. Él lo adornará con comentarios picantes, provocadores y a la vez clarificadores. Entrará al trapo con cosas como “uy, no, este vino tan barato no se puede llevar a una cena” (con evidente ironía, por supuesto) y muchos otros ejemplos parecidos. Pero vamos, que aquí queremos repasar los vinos escogidos, todos ellos provenientes de la zona de los “artisan wines”, los “indies” del vino español. Y, por cierto, más que bien escogidos.

Abrió el fuego un txakoli de Alava, Bat Gara Somos Uno 2019, fresco, salino y apetitoso.

Le siguió el Soplón de Albillo. Personalmente no me dijo gran cosa, tenía un toque dulzón que me convencía aunque el vino estaba muy correcto y su barrica de castaño se notaba poco, poquísimo.

En cambio la mezcla de garnacha blanca y gris del Arroyo de Arrayán me conquistó rápidamente con su descarada frescura, su amplitud en boca y su transversalidad. Las garnachas tintas de esta bodega ya han llamado mucho la atención y esta mayoritariamente blanca tiene números de seguir el mismo camino. Muy recomendable.

Turno a uno de los vinos de la cata por derecho propio, un vino icónico como el propio Santi lo definió, un vino que se ha convertido en el nuevo “qué me pongo”, vamos, un vino que está en boca de todo el mundo y que marca tendencia, la de los vinos no encabezados de Jerez. Nadie hacía caso a los palominos “tranquilos” y Socaire marcó un punto y aparte. Salino, muy punzante, no sé a qué estáis esperando a probarlo…

Otro tótem (de los vinos naturales, artesanos, independientes…) para continuar, A Pita Ciega, de Lagar de Sabariz. Vino de culto sin sulfitos, paradigma de lo que puede llegar a ser un vino natural bien hecho.

Momento para el cava, atención, hecho solo con la variedad parellada, la parte menos conocida del cupage tradición de los cavas catalanes junto al archifamoso xarel.lo y el macabeo. Lo elabora Maria Rigol Ordi y es muy interesante.

Nos vamos para Valencia para catar a un vino tinto poderoso, potente, mediterráneo pero para mi gusto un poco espeso, pese a que la bodega es ya muy conocida entre los aficionados y allí hay rigor, calidad y precisión. Soy mas fan de su orange, pero este Mujer Caballo tinto tiene también poderío.

Los cuatro siguiente vinos fueron mis favoritos de la cata…con permiso del Socaire, por supuesto, que de hecho ya conocía.

Cantariña A Freito, una mencía del Bierzo muy interesante.

Gorgollassa de Mesquida Mora, en Mallorca, con un paso por boca espectacular y radicalmente diferente a todos los vinos tintos que caté en todas las jornadas de la BWW. Fino, suave, sedoso, delicado también en nariz, aromático, una delicia! Claro, es que eso de beber un vino con una variedad llamada “gorgollassa” es muy cool, que diría Rivas…

Garagewine y su paraje El Pocillo, hecho con la variedad autóctona de la zona de Toledo llamada “brujidera” fue otra revelación. Quizás era que mi paladar necesitaba vinos muy frescos y suaves al final de la jornada, no sé, probablemente, pero me conquistó al instante. Muy fluido, con mucha acidez, muy vivo.

Y de Toledo a Arribes de Duero con la bodega El Hato y el Garabato y su vinazo Sin Blanca, con la variedad autóctona Juan García como protagonista. Otro vino fresco pero con mas cuerpo que el anterior, ejemplo perfecto del buen hacer de esta gente que me tiene muy enamorado de la zona y de todos los vinos que hacen. Otro acierto.

Y después de tanta frescura, La Loba, pese a ser muy interesante, no me lo pareció tanto. Estamos en la Ribera del Duero y aunque esto no es un Ribera clásico, ni mucho menos, la zona marca igualmente al vino, sobretodo en nariz. Paso por boca más interesante, la verdad es que el vino tiene mucho potencial.

Y la despedida, con una “cosa” un tanto extraña de entrada pero que me conquistó totalmente. Una especie de amontillado suave sin encabezar, muy fluido en boca, nariz potentísima, fácil de beber. Forlón Dos Palmas lo llaman.

Y eso, a seguirle la pista al señor Rivas.

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