Bajo este llamativo título de “Los 7 magníficos del maravilloso Priorat” se ha realizado en la tercera edición de la Barcelona Wine Week una cata de siete vinos superlativos de la DOQ Priorat que va a ser recordada durante muchos años. Organizado por Mahala, el listón puesto por el periodista Ramón Francàs ha sido muy, muy alto, probablemente de acorde a los vinos catados en un día para la historia del vino de esta zona privilegiada de Catalunya.
La cata ha comenzado con una cariñena centenaria de la bodega Mas Doix, la responsable entre otros de vinos tan excelentes en su relación calidad/precio como Les Crestes o Salanques, aunque su excelencia superlativa la alcanzan con, entre otras, esta cariñena fina, delicada, urgente y memorable. 1902 Tossal d´en Bou 1902, viñas centenarias, tan solo 295 botellas en el mercado. Elegancia prioratina con un toque salino, largo, sedoso, paso por boca suave, delicioso en una añada caliente de una finca replantada justo después de la filoxera en Poboleda.
Ha seguido una debilidad personal que ha marcado distancias con todos sus corregionarios, Les Manyes 2021. Me explico. Ha sido el menos prioratino de todos los vinos catados. De hecho, a ciegas nadie hubiera apostado por decir que era un vino del Priorat. Geográficamente es más un Montsant, seguro, y encima es un monovarietal de garnacha peluda criado en un espectacular viñedo a 800 metros de altitud. Un vino que a nivel visual destaca mucho por tener claramente mucha menos extracción que sus compañeros de cata y que, además, está criado íntegramente en cemento y 100% con raspón. Otro mundo con 3500 botellas a la venta.
Vall Llach Mas de la Rosa 2019 ha sido la primera gran revelación. ¿Por qué? Sencillo. Sabía de las excelencias de Les Manyes y de la cariñena centenaria de Mas Doix, pero no había tenido el placer de catar esta cariñena de Vall Llach. Superlativa. Excepcional en nariz, monumental en boca, considerada por sus propios elaboradores como una de sus mejores añadas y por el director de la cata, Ramón Francàs, como la mejor añada que había probado de este vinazo. Delicado, fino, elegante…1250 botellas.
De momentazo a super momentazo. La laureada añada 2019 de Clos Mogador, un clásico que se renueva intentando ser fiel a la tradición como intentaba explicar René Barbier Meyer, hijo del gran visionario del Priorat. Fiel a su cupaje original y a sus orígenes pero probablemente mucho más atrevido y actual de lo que su creador hubiera podido pensar cuando empezó a hacerlo. Casi, casi, mi favorito personal de la cata. Ese toque hasta fresco que descolacaba incluso en alguien que hace pocos días abrió un Clos Mogador 2013. No daba crédito, y sí, por supuesto. Un 100 puntos por mérito que se ha quedado en 99 por esas cosas de la vida…
Esther Nin y Carles Ortiz con una de las parejas más relumbrantes del Priorat y sus vinos son, desde hace tiempo, manjar de dioses. Tienen una visión del Priorat más fresca, más atrevida, más revolucionaria a priori que muchos de los clásicos de la zona y con este Nit De Nin Mas d´en Caçador 2020 alcanzaron la gloria parkeriana, los codiciados 100 puntos. No me corresponde a mí decir si los merecen o no. Solo puedo decir que el vino es fabuloso, que según sus creadores es sobretodo fruto de una añada excepcionalmente lluviosa y que diría va a ganar mucho, muchísimo con unos cuantos años en botella (como, no nos engañemos, todos los vinos catados este día…pese a que, es justo decir que muchos de ellos estaban más a punto de lo que uno esperaba). Otro gran placer.
Clos Erasmus 2020 era el otro 100 puntos Parker del día. Un vino monumental. Redondo. Goloso. Sorprendentemente a punto, listo para consumir, como le gusta decir a Daphne Glorian, su creadora. Ella me dijo un día que un buen vino, uno de verdad, es el que está listo para consumir cuando sale a la venta tanto como al cabo de diez o veinte años. Y este Clos Erasmus está para degustar aquí y ahora. No me puedo imaginar cómo estará dentro de diez o veinte años, pero me jugaría una mano a que seguirá siendo un 100 pp. Un placer de los grandes haberlo catado, una emoción genuina y profunda.
L´Ermita 2019…emoción pura. Nervios. Así de claro y directo. No me importa ni creo que deba esconder lo que sentía ante esa copa…copita. Dos sorbos. ¡Pero qué sorbos! Antes, la nariz, una nariz de otro mundo que (diría) no voy a olvidar jamás. Y una textura delicada, precisa. Un color divino, un paso por boca que necesitas hacer muy, muy despacio, luchando contra un cerebro que te dice que te lo bebas ya mismo y pidas más, más y más. Madre de Dios hermoso, el mejor de los finales ante, sí, el mejor de los vinos catados. O el mas diferente.
Sinceramente, todos eran de un nivel inmenso para un humilde catador. Ganas de poder disfrutar de algo parecido más a menudo. Estas catas hace grande al vino del Priorat y deberían llevarse a muchos otros actos, ferias y manifestaciones vinícolas de alrededor del mundo.