Cata con Alvaro Palacios y Ricardo Pérez Palacios

Cata con Alvaro Palacios y Ricardo Pérez Palacios

La cata con Alvaro Palacios y Ricardo Pérez Palacios, tio y sobrino, Priorat (y Rioja) y Bierzo, se presentaba a priori como una de las más interesantes y golosas de toda la Barcelona Wine Week. Una de las más deseadas. La verdad es que la realidad incluso superó a las expectativas que uno tenía depositadas en ella.

Alvaro Palacios tomó el mando de la charla desde buen principio y no lo soltó hasta el final. Ricardo iba haciendo algún apunte de vez en cuando, controlando el tiempo y sonriendo ante la locuacidad de su tío. Momentos después de finalizar el acto me confesaría con una sonrisa que ya está acostumbrado, que Álvaro es así, incontenible, apasionado, comprometido. Nos habló con pasión de la nueva calificación de vinos existente en la DOQ Priorat, agrupada bajo el título de “Los nombres de la tierra” y cuyo contenido podéis ver en su totalidad en la página web de esta denominación de origen calificada (www.doqpriorat.org). Alvaro insistió en todo momento en la importancia de señalar el origen de la uva por encima de todo, priorizar el lugar siempre a través de una mejor y más clara clasificación de los vinos para acercarla más a lo que impera en toda Europa. Explicó que todos los importadores entienden enseguida los conceptos “village”, “cru” y “grand cru” y hay que acercarse a esta nomenclatura. “Vi de vila” (vino de pueblo) es “village”, “Vinya classificada” es “cru classé” y así con todos. Hay que conseguir etiquetar el nombre del lugar, poder poner donde está la viña. Entiende que no todos quieran hacerlo pero reivindica PODER hacerlo, y piensa que en una DO hay sitio para todos, sin exclusiones.

Uno se hubiera quedado allí embobado escuchando a uno de nuestros referentes internacionales más conocidos, a un hombre líder en ideas y en elaboración, pero allí también habíamos venido a catar…¡y vaya si catamos!

Empezamos con un “vi de vila”, Gratallops, uno de los vinos de Alvaro más accesibles económicamente hablando (aunque es cierto reconocer que se escapa de entrada al bolsillo corriente, y su adquisición se convierte en algo excepcional), en formato magnum. Parcelas todas ellas provenientes del municipio de Gratallops, el pueblo donde tiene su bodega y donde se localizan algunos de sus parajes más destacados. Un vino goloso, con notas cítricas, de piel de naranja sobretodo, cerezas y muy cremoso en boca dulce, intenso y muy equilibrado.

El siguiente fue un salto mortal hacia su segundo vino mas reputado, Les Aubaguetes, finca localizada en Bellmunt del Priorat, la zona con menos altitud de la DO. Pasamos a un gran vino de finca clasificada, que en breve adquirirá el grado de “gran vinya classificada”. Un lugar que siempre había tenido mucha fama en el pueblo hasta que por fin Álvaro consiguió que su propietario se la vendiera. 80% de garnacha y 20 de cariñena, se elaboran unas 1900 botellas y ésta era la cuarta añada (2019). Vino único e irrepetible, espectacular, necesita de todas maneras un poco de reposo en la copa, cosa que no sucede prácticamente con Gratallops.

Y antes de pasar a los vinos de Ricardo, los del Bierzo, Álvaro tuvo la gentileza de traernos su joya de la corona de Rioja para hacer de puente. Yo, que adoro los vinos bercianos de “Titín” (como llaman sus amigos y compañeros de profesión a Ricardo), me hubiera quedado suspendido indefinidamente en la magia absoluta del Quiñón de Valmira 2019, un vino estratosférico. Delicado, el primer sorbo, al que llegas después de deleitarte con una nariz casi delirante, te deja sin palabras. Yo no supe qué pensar. La realidad del contenido de esa copa me superaba. Un vino muy, muy top, super fresco, elegante, finísimo, suave…un vino para llevarte al fin del mundo, sin duda.

Ricardo propuso que catáramos sus dos vinos de finca a la vez. Otro detallazo, por cierto, que se presentara en la cata con dos tótems como Moncerbal y Las Lamas. Artillería pesada, sin duda. Quería que comprobáramos in situ sus diferencias, dos parajes separados por muy poca distancia pero con suelos distintos. El ejemplo perfecto de la importancia e influencia del suelo en los vinos. La constatación definitiva, si es que hacía falta. Siempre la hace, sin duda. Nunca sobran clases de este tipo. En el paraje de Moncerbal los suelos son grandes bloques de pizarra y el vino es más directo, más recto y alargado que Las Lamas, donde el suelo es mucho más arcilloso. Las Lamas requiere de más tiempo en la copa, más reposo, es en palabras de su creador como un globo en la boca, mientras Moncerbal es un cuchillo. Las Lamas es más voluminoso, Moncerbal más fino, y tiene además una capa de color mucho más fina que su hermano. Ambos del 2019, fue una verdadera delicia poderlos catar a la vez y suposo un broche de oro a una cata inolvidable.

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